martes, 28 de mayo de 2013

El gran cirujano


Desde chico supo que algo no estaba bien con él. Tuvo que hacer denodados esfuerzos para que nadie se percatara de la crueldad que habitaba en el interior de su ser. De todos modos, sabía con completa certeza, que la vida le daría su gran oportunidad: la de plasmar esa bronca en alguien y que encima lo felicitaran por ello.
Estudió la carrera más adecuada para sus fines perversos: medicina. ¿Quién se pondría a discutir con él cuando tuviera el título de médico? ¿Quién dudaría de su juramento hipocrático? Decidió ir por más aún: se especializaría en Cirugía General, y así lo hizo. Su carrera fue impecable, empezó a ser reconocido y su fama crecía a la par de su ira interior. La vida le parecía sabrosa, pero sería mejor aún cuando pudiera plasmar su gran sueño: hacer la mayor cantidad de daño posible sin que alguien pudiera darse cuenta. Era para él muy divertido ir pergeñando con astucia cada una de las veces que se sentiría como un Dios. O como un diablo. De cualquier manera estaría por encima de cualquier mortal. Se sentía seguro. Sabía que no habría forma de ser descubierto. Y si por putas alguien pudiera hacerlo, sería imposible probar el dolo.
¡Qué divertido le resultaba! Sentía una excitación especial, una sensación de mariposas en el estómago, casi como estando enamorado.
Se puso una fecha para comenzar su gran sueño: lunes 7 de diciembre. Fue planeando todo en cada detalle, le fue dando las directivas a su secretaria. La había elegido sumisa, casi idiota para que no atara cabos y rabos.
Y llegó el día de su debut sádico: había decidido empezar con una anciana discapacitada mental. Suele suceder, creía él, que cuando hay una persona discapacitada, sus familiares depositan toda su confianza en el médico. Generalmente no cuestionan nada. Eso era una ventaja muy grande para él.
Su secretaria hizo pasar a la estúpida vieja.
Con su mejor sonrisa la saludó como si la apreciara, y le dio incluso un apretón de manos a la hija.
“¿Cómo anda preciosura?”, ironizó.
“Me duele todo”, contestó la anciana.
“¿Todo?”, le preguntó el doctor. “¿Cómo es eso?”, preguntó como al descuido mientras revisaba los estudios. Realmente pensó que le habían salido extraordinariamente bien para ser una vieja de mierda y encima loca.
“Bueno, tenemos que arreglar esto”, anunció haciéndose el preocupado. “Lamento comunicarles que hay que amputarle el pie señora…”  “Lo haremos hoy, 7 de diciembre”,  dijo. "lleven a la señora al quirófano" ordenó mientras bajaba la carpeta médica y las miraba cabizbajo. En lo hondo de su corazón empezaba a sentir un delicioso goce. Ya en el quirófano, le cortó el pie a la ancana.¡Le cortó el pie a la estúpida vieja sólo para guardarlo como trofeo de su maldad!

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